El término dinosaurio (‘lagarto
terrible’) fue acuñado en 1842 por el paleontólogo inglés Richard Owen. Se
trata de un grupo de reptiles terrestres (animales con columna vertebral, cuatro patas y piel impermeable cubierta de escamas) que habitaron el planeta durante la era mesozoica, constituida por tres periodos: Triásico, Jurásico y Cretácito. En concreto, aparecieron en la segunda mitad
del Triásico (hace unos 230 millones de años) y se extinguieron, en su
mayoría, al final del periodo cretácico (hace 65 millones de años), lo que
indica una permanencia en la Tierra de alrededor de 165 millones de años. En la
era siguiente, el cenozoico, no sobrevivió ningún dinosaurio, pero sí sus descendientes,
las aves.
De
forma tradicional los dinosaurios se han clasificado atendiendo a la
disposición de los huesos de la cadera en dos grandes grupos: los ornitisquios
(cadera de ave) y los saurisquios (cadera de reptil) entre los que se incluyen,
contrariamente a lo que cabría esperar, las aves. Atendiendo a la forma de
desplazarse, los dinosaurios se dividen en bípedos y cuadrúpedos. Dentro de los
primeros, se incluyen aquellas formas con extremidades delanteras mucho más
cortas que las traseras y no adaptadas para soportar el peso del cuerpo durante
la locomoción. Los dinosaurios cuadrúpedos, por el contrario, tienen las
extremidades anteriores y posteriores con una longitud similar, lo que les
permite repartir el peso del cuerpo a parte iguales. Un estudio detallado de
los dientes, huesos, coprolitos (heces fósiles), gastrolitos (piedras ingeridas
por algunos dinosaurios) e incluso de las huellas, permite a los científicos
obtener pistas para conocer el hábito alimentario de los dinosaurios. Así,
atendiendo a su dieta, se han establecido dos grandes grupos: los carnívoros y
los vegetarianos.
(C. García-Pumarino, J. C.
Martínez, L. Piñuela y M.ª E. Díaz, Un
recorrido por la Costa de los Dinosaurios. Adaptación)
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