Un eufemismo es un término que se emplea en lugar de otra palabra para evitar las connotaciones negativas que, por razones psicológicas, sociales o morales, se asocian a ella. Podemos distinguir entre eufemismos que tratan, fundamentalmente, de ocultar el significante de una palabra (por ejemplo, emplear trasero en vez de culo) y eufemismos en los que la sustitución de un significante por otro va acompañada del enmascaramiento de un concepto determinado (por ejemplo, hablar de racionalizar la plantilla de trabajadores en lugar de reducir la plantilla de trabajadores). Ahora bien, un hablante también puede optar por designar una realidad determinada recurriendo a palabras con un sentido peyorativo o jocoso, en lugar de optar por otras más neutras: mandamás de la oposición vs. líder de la oposición, morir vs. estirar la pata. En este caso, hablamos de un fenómeno contrario al eufemismo: el disfemismo.
• Práctica. Determina qué palabra o concepto tratan de sustituir los siguientes eufemismos: campo de concentración, invidente, tercera edad, reajuste de precios, interno (cárcel), hacer de vientre, sobacos, conflicto armado. ¿Crees que lo que fue un eufemismo en un momento determinado puede pasar a convertirse en un término con un valor claramente negativo? ¿Le ha sucedido esto a alguno de los ejemplos recogidos?
• Investiga en la red. Los políticos son especialmente proclives al empleo de expresiones eufemísticas. George Orwell, escritor inglés del siglo XIX, puso de manifiesto en su novela futurista 1984 el control de los sentidos de las palabras por parte del poder:
Ahora te propongo que investigues por internet algunos eufemismos característicos del discurso político y periodístico. Este artículo de 2008 y este otro de 2012 del periódico El País pueden darte algunas ideas, así como algunos ejemplos de la prensa que figuran entre las páginas 5 y 13 de la siguiente presentación:
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