viernes, 14 de diciembre de 2012

Eufemismos y disfemismos

               

Un eufemismo es un término que se emplea en lugar de otra palabra para evitar las connotaciones negativas que, por razones psicológicas, sociales o morales, se asocian a ella. Podemos distinguir entre eufemismos que tratan, fundamentalmente, de ocultar el significante de una palabra (por ejemplo, emplear trasero en vez de culo) y eufemismos en los que la sustitución de un significante por otro va acompañada del enmascaramiento de un concepto determinado (por ejemplo, hablar de racionalizar la plantilla de trabajadores en lugar de reducir la plantilla de trabajadores).  Ahora bien, un hablante también puede optar por designar una realidad determinada recurriendo a palabras con un sentido peyorativo o jocoso, en lugar de optar por otras más neutras: mandamás de la oposición vs. líder de la oposición, morir vs. estirar la pata. En este caso, hablamos de un fenómeno contrario al eufemismo: el disfemismo

•    Práctica. Determina qué palabra o concepto tratan de sustituir los siguientes eufemismos: campo de concentración, invidente, tercera edad, reajuste de precios, interno (cárcel), hacer de vientre, sobacos, conflicto armado. ¿Crees que lo que fue un eufemismo en un momento determinado puede pasar a convertirse en un término con un valor claramente negativo? ¿Le ha sucedido esto a alguno de los ejemplos recogidos?

•    Investiga en la red. Los políticos son especialmente proclives al empleo de expresiones eufemísticas. George Orwell, escritor inglés del siglo XIX, puso de manifiesto en su novela futurista 1984 el control de los sentidos de las palabras por parte del poder:


Lo que se pretendía era que, una vez la neolengua fuera adoptada de una vez por todas y la vieja lengua olvidada, cualquier pensamiento herético, es decir, un pensamiento divergente de los principios del Ingsoc, fuera literalmente impensable, o por lo menos en tanto que el pensamiento depende de las palabras. Su vocabulario estaba  construido de tal modo que diera la expresión exacta, y a menudo de un modo muy sutil, a cada significado que un miembro del Partido quisiera expresar,  excluyendo todos los demás sentidos, así como la posibilidad de llegar a otros  sentidos por métodos indirectos. Esto se conseguía inventando nuevas palabras y desvistiendo a las palabras restantes de cualquier significado heterodoxo, y a ser posible de cualquier significado secundario. Por ejemplo: la  palabra libre aún existía  en neolengua, pero sólo se podía utilizar  en afirmaciones como «este perro está libre de piojos», o «este prado está libre  de malas hierbas». No se podía usar en su viejo sentido de «politicamente libre»  o «intelectualmente libre», ya que la libertad política e intelectual ya no existían  como conceptos y por lo tanto necesariamente no tenían nombre. Aparte de la  supresión de palabras definitivamente heréticas, la reducción del vocabulario  por sí sola se consideraba como un objetivo deseable, y no sobrevivía ninguna  palabra de la que se pudiera prescindir. La finalidad de la neolengua no era  aumentar, sino disminuir el área del pensamiento, objetivo que podía  conseguirse reduciendo el número de palabras al mínimo indispensable. [Os animo a leer el capítulo completo sobre la neolengua en este enlace]

Ahora te propongo que investigues por internet algunos eufemismos característicos del discurso político y periodístico.
Este artículo de 2008 y este otro de 2012 del periódico El País pueden darte algunas ideas, así como algunos ejemplos de la prensa que figuran entre las páginas 5 y 13 de la siguiente presentación:

 

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